domingo, 28 de agosto de 2011

La Reina

La reina “vivirá cuatro o cinco años en vez de seis o siete semanas. Su abdomen será dos veces más largo, su color más dorado y más claro, y su aguijón, encorvado. Sus ojos no tendrán más que ocho o nueve mil facetas en vez de doce o trece mil. Su cerebro será más estrecho; pero sus ovarios se volverán enormes y poseerán un órgano especial, la espermateca, que la hará, por decirlo así, hermafrodita. No tendrá ninguno de los útiles para una vida laboriosa: ni bolsitas para segregar la cera, ni cepillos ni cestas para recolectar el polen…no experimentará ni el deseo de sol ni la necesidad del espacio, y morirá sin haber visitado una flor. Pasará su existencia en la sombra y la agitación de la multitud, infatigablemente entre cunas que poblar. En cambio, será la única que conozca la inquietud del amor…Es curioso ver que tantas cosas, tantos órganos, ideas, deseos, hábitos, todo un destino, se halla así en suspenso, no en una simiente- esto sería el milagro ordinario de la planta, del animal y del hombre -, sino en una sustancia extraña e inerte: en una gota de miel”.

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